Habilidades del pensamiento

Habilidades del pensamiento

«El valor de una educación universitaria no es el aprendizaje de muchos hechos,
sino el entrenamiento de la mente para pensar» Albert Einstein


La palabra “pensar” se asocia con recordar, exponer una idea o expresar un sentir; invita a
analizar, a deliberar, a cuestionar y a argumentar con razones cimentadas nuestras opiniones.
Se da por hecho que el ser humano es un ente pensante. Sin embargo, existe una gran diferencia
entre lo que puede ser llamado pensamiento natural y aquel que es deliberadamente desarrollado y
entrenado.


¿Es posible enseñar-aprender a pensar? Es necesario aclarar a qué tipo de pensamiento nos
referimos y qué se entiende por pensar, pues la palabra “pensar” se emplea con distintos
significados, dependiendo del contexto y de la intención con el que se use.


Existen ciertas habilidades de pensamiento que se activan en forma automática ante una situación.
Pueden darse de manera instintiva, cuando el sujeto no se da cuenta de cómo se activan. Aprender
a pensar de manera razonada, crítica, diferente y además ser consciente de ello, es una habilidad
que se aprende y que es posible perfeccionar con el apoyo de estrategias y del ejercicio constante.


Las habilidades de pensamiento son una forma particular de procesos mentales que facilitan el
manejo y la transformación de la información. Su naturaleza es rigurosamente mental. Siempre es
un resultado expresado mediante conductas que revelan lo que la gente piensa; entendido como
producto, es inobservable.


El desarrollo de las habilidades de pensamiento, se promueve mediante la aplicación de modelos
que permiten reconocer conocimientos, experiencias y actitudes necesarias para transitar desde el
nivel básico de pensamiento, hacia niveles superiores.


Es reconfortante saber que existen estrategias y métodos para aprender a pensar metódica, crítica
y creativamente, ya que surge la posibilidad de poder vencer el problema que genera la ausencia
de un pensamiento razonado, y ordenado, así como la falta de consciencia de los procesos y
factores vinculados en la habilidad de pensar.

En nuestro medio no es costumbre disponer de espacios para reflexionar, tampoco se suele
habilitar tiempo para pensar, tomar consciencia de lo que se piensa, cómo se piensa y la
consecuencia de los pensamientos. Menos aún el hecho de que existan métodos y estrategias que
propician el desarrollo de los distintos tipos de pensamiento. Un excelente recurso para lograrlo es
el uso de la pregunta, la cual se constituye en una estrategia importante para ordenar y estimular
procesos mentales.


El pensamiento crítico se entiende como un juicio autorregulado y con propósito, que conduce a
interpretación, análisis, evaluación e inferencia; así como a la explicación de la evidencia, concepto, metodología, razón o contexto sobre el que se basa ese juicio. La lógica es una ciencia que fundamenta el quehacer científico, porque posibilita que el intelecto no entre en contradicción; pretende saber cómo debemos pensar, cómo debemos aplicar el entendimiento de un modo necesario, no contingente. Esto desde la perspectiva de Kant.


El sentido crítico es una premisa básica de la autonomía de los sujetos, en tanto que es esa
capacidad de discernimiento y juicio propio la que otorga una soberanía en la toma de decisiones.
El sentido crítico de cualquier individuo se basa en la educación recibida previamente y su correcto
provecho, que le otorga los elementos de juicio indispensables para establecer conclusiones por sí
mismo, que determinen sus futuros posicionamientos ante cualquier mensaje recibido, sea éste
personal, profesional, informativo académico, artístico o de cualquier otra naturaleza.


Pensar críticamente está relacionado con la cognición, la honestidad intelectual y la amplitud
mental en antagonismo a lo emocional, a la comodidad intelectual y a la carencia mental, según
Kurland, D.J.


En consecuencia, pensar críticamente comprende seguir la secuencia de las evidencias hasta
donde ellas nos lleven, tener en cuenta todas las posibilidades, confiar en la razón más que en la
emoción, ser precisos, considerar todos los posibles puntos de vista y explicaciones; evaluar los
efectos de las motivaciones y prejuicios viables, estar más comprometidos con la verdad que con la
razón.
Pensar críticamente es tener conciencia de nuestros sesgos y prejuicios para impedir que influyan
en nuestros criterios.

*La autora es catedrática de la UASD.

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