Cándido o el optimismo de Voltaire

Por Dariana Luna
Imagina que solo conoces lo bueno de la vida. Eres consciente de que existen cosas malas en el mundo, pero te han enseñado que todo forma parte de un pan divino que tiene un propósito para cada uno. Esa idea te da consuelo, incluso cuando lo que ves y vives parece contradecirla. Voltaire, a través de cándido o el optimismo, expone con ironía y crudeza lo que ocurre cuando la buena visión de este mundo se lleva al extremo. Su obra no solo es una crítica a la corriente filosófica de Leibniz, sino también una reflexión sobre cómo vivir en un mundo que parece moverse entre lo absurdo, la ironía, el sarcasmo y la tragedia.
Un día, te expulsan del único lugar que conoces por un pequeño error amoroso. Solo quieres aprender, así que emprendes tu camino. En el viaje llegas a un lugar donde, al contar tus penas, alguien te pregunta si “también amas al rey búlgaro”. Sin mucho pensar respondes que no, que solo amas a tu querida Cunegunda, porque es lo mas bello que has visto. Esa respuesta te lleva a ser apresado y maltratado. Estás desconcertado, porque no se parece en nada a algo parte de un plan divino. Logras escapar, pero la vida no deja de colocarte baches. Y tú, en medio del dolor, repites lo que tu querido mentor te enseñó: “todo va bien, todo está bien, todo va lo mejor posible”.

Pero por obra del mal llegas a un lugar donde, por defender tu estómago, quieren matarte. Te preguntan: “¿crees que el papa es el anticristo?”. Tú solo respondes lo que te han enseñado: “no hay razón sin causa”, dando a entender que, si algo se especula, alguna razón habrá. La reacción de las personas te desconcierta, y empiezas a cuestionar internamente si de verdad este es “el mejor de los mundos posibles”.
Entonces, te encuentras con un hombre que debe recostarse para toser y si lo hace vota una muela. Es tu mentor, quien está en sus últimas. Te cuenta cómo llegó a ese estado y te da una noticia que te hace desmayar, tu amada cunegunda ha sido violada, esclavizada y asesinada junto con su familia. Dentro de tu inocencia algo se rompe. Si Dios es tan divino, ¿Por qué permite todo esto? ¿Qué clase de Dios permite tanto sufrimiento?
Aun así, tu mentor vuelve y te enreda en su filosofía. Y tú aun confundido, sigues adelante. Luego, otro bache: tu mentor “es decapitado”. Pero tal suceso te guía a encontrar a tu amada, viva, aunque ya todo es sin sentido ya que no se sabe quién sufre más. Te quitan a tu mentor, pero te devuelven el amor. ¿la vida da o quita? ¿la vida da y quita? ¿la vida es buena o mala? ¿la vida es buena y mala? Con el pretexto de no estar comprometido con tu amada, la dejas ir pero con la certeza de volverla a encontrar.
Te haces camino nuevamente, conoces gente buena pero también gente increíblemente mala. Visitas muchos lugares y vives terribles desgracias, aunque no parecen tan grandes en comparación a los de una vieja con una sola nalga, misma vieja que te dio coraje para volver por tu amada. Por esa decisión matas al hermano de tu amada, y creyendo hacer lo correcto, matas dos monos que perseguían mujeres, para así descubrir que no era lo que pensaba. Entonces te quieren comer, llegas al punto de pensar en lo malvado que eres por haber matado creyentes e inocentes, pero eso mismo te salva.
Huyes al lado de tu querido Cacambo y, quien, por casualidad, encuentran lo que parece ser el mejor de los mundos posibles; una utopía donde ni el odio, ni la avaricia, ni la necesidad existen. Allí no se le pide o se le reclama a Dios, simplemente se actúa bien y se agradece. Eso crea una paz. Aprendes que no hay uno mejor que otro, sino que todos somos iguales. Aprendes que se puede vivir sin culpas y a amar sin que sea pecado. Pero en tu cabeza no deja de dar
vueltas alrededor de tu amada y no te deja ver que ese es el mejor lugar para ti. Contra todo pronóstico decides marchar, creyendo que llevándote lo que para los habitantes de la utopía es lodo, para ti es un tesoro que te hará merecedor de tu amada.
Sales de allí y tu ingenuidad te hace perderlo todo. Sigues buscando. Encuentras a alguien con quien es fácil filosofar y te hace reflexionar en algo, que solo entiendes al final. Encuentras a tu amada. Pero algo ha cambiado. Ya no es la cunegunda que te volvía loco, ya no es bella, ya no te gusta. Está cansada, marcada por el mejor de los mundos. Sin embargo, como hombre leal,
decides quedarte con ella. Entonces, te encuentras con tu mentor quien sobrevivió a ser decapitado y juntos compran una granja. Allí sigues aprendiendo y filosofando, pero ya no con la cabeza en las nubes, sino con los pies en la tierra. Y llegas a tu reflexión final: “hay que cultivar nuestro jardín”.
Eso es Cándido o el optimismo. François – Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire, escritor ilustrado y agudo crítico de su tiempo, escribió esta obra como una respuesta directa a la filosofía de Gottfried Leibniz, quien afirmaba que “vivimos en el mejor de los mundos posibles porque Dios, siendo perfecto, no podría haber creado algo imperfecto” esta visión se refleja en el escrito cuando se menciona que “todo pasa por algo” “todo es parte del plan” o “todo va lo mejor posible”.
Pero Cándido no solo es una crítica: es también una advertencia, una enseñanza. Su mensaje final, “cultivar nuestro jardín”, no es una renuncia a la esperanza de que todo mejorara, sino más bien una invitación a tomar las riendas de nuestra vida. En vez de sentarnos a quejarnos del porque pasa lo que pasa, debemos enfocarnos en lo que sí podemos hacer que pase. Cuidar de nosotros mismos, de nuestro entorno y de lo que amamos, hará el mejor de los mundos posibles.
Cándido paso por toda calamidad detrás de una fe ciega, sin detenerse a mirar o que la tenía en manos, el poder de construir lo que él necesitaba.
No se trata de vivir un optimismo ciego, la vida es dura, tiene baches, pruebas y pérdidas. Pero si desde la fe o la razón aprendemos a agradecer lo que tenemos, a conformarnos con lo esencial y a trabajar en lo que podemos cambiar, entonces estaremos más cerca de esa tierra prometida o más bien del mejor de los mundos posibles.
Quejarnos puede ser liberador, pero también debemos aprender a distinguir cuando en el momento de actuar, de sanar, de quedarnos, de irnos y, sobre todo eso, de cuidar de nuestro jardín.
Referencia: Voltaire. (1813). Cándido o el optimismo (L. f. de Moratín, Trad.). [Archivo PDF]. SUNEO.
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La autora del artículo es estudiante de la Licenciatura en Lengua y Literatura orientada a la Educación Secundaria en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM)
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