Leyendo a "Nana", de Emile Zola

Maria-Vasquez-1 Leyendo a "Nana", de Emile Zola

Por María Ángela Vásquez

Porque cinco maridos has tenido y el que ahora tienes no es tuyo.”

 (Juan 4:17)

Émile Zola (París, 1840 – 1902) Novelista francés, teórico y máximo representante del naturalismo. En su obra nos cuenta, a través de la vida de Nana, como era el modo de vida de los franceses. Nana era una mujer parisina que trabajaba como actriz en un teatro, lo que llama la atención es que su papel en este teatro quedaba claro que no lo obtuvo por su talento pues, aunque su talento es limitado, su presencia cautiva a la audiencia, especialmente a los hombres de la alta sociedad. Pronto, Nana se convierte en una cortesana influyente, arruinando financieramente y emocionalmente a quienes caen bajo su encanto.

A lo largo de la novela, Nana mantiene relaciones con varios hombres poderosos, como el conde Muffat, y el banquero Steiner. Su vida está marcada por el lujo, la manipulación y la autodestrucción. En un momento, intenta llevar una vida más estable con el actor Fontan, pero la relación se torna abusiva, y ella termina en la miseria, incluso recurriendo a la prostitución callejera.

El desenlace de la novela es trágico: Nana contrae una viruela y muere en una habitación de hotel, mientras en París se celebra el inicio de la guerra franco-prusiana. Su muerte simboliza el colapso de la sociedad que la rodeaba.

En Juan 4:17–18, Jesús desvela la vida íntima de la mujer samaritana: “Has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes no es tuyo”. Esa frase, al tiempo que expone su pasado, sugiere una comprensión profunda de su historia relacional. En Nana, Émile Zola reconstruye un paralelo crudo: la cortesana mantiene a lo largo de la novela cinco alianzas sentimentales que funcionan como “maridos” simbólicos, relaciones que modelan su ascenso y precipitan su caída. Este ensayo se centra exclusivamente en esas cinco uniones, explorando cómo cada una encarna un estadio determinista y suma a la figura de Nana como emblema de la fatalidad naturalista.

Desde los tiempos antiguos, la mujer se ha convertido en objeto de crítica por la sociedad, por los hombres, pero en quien más se ve dicha crítica negativa es en las mismas mujeres, quiénes atacan a otra que no se rige por sus mismos caminos y no cumplen con sus estándares. Bueno, eso es una manera hermosa de decirlo, pues la realidad es que en la mayoría de los casos esas personas hacen cosas peores solo que aún no han sido descubiertas y otras desean hacerlo, pero no pueden.

Esta obra de Zola tiene mucha tela por donde cortar, desde la hipocresía de la sociedad que aparentan ser de modesto porte, pero muy en lo íntimo dan a relucir sus instintos más feroces. Muestran al público lo que en verdad no son, tal como diría Jesús: “sepulcros blanqueados”.  Porque por fuera aparentan ser, así como el conde y demás.

NANA-1 Leyendo a "Nana", de Emile Zola

Cabe destacar que Nana era cortesana, que era una clase de prostituta de élite ligada a la aristocracia y a las altas clases. No era una mera ramera de bajo nivel, sino una mujer de belleza y talento que vendía su compañía a políticos, nobles y millonarios. A menudo provenía de orígenes humildes, pero pudo “elevar” su estatus vendiendo favores a ricos. Se les exigía inteligencia y cultura; sólo las más astutas alcanzaban fama. Como decía Joanna Richardson (1967), la cortesana era “menos que amante, pero más que prostituta”.

Vemos que esta cortesana ofrece sus servicios a toda clase de hombres de la alta sociedad y según la sociedad, la culpable de estas cosas era ella, pues todo hombre que entraba en su alcoba caía en el hundimiento y en la desgracia.

Había vuelto a andar, y ahora dio un fuerte puñetazo sobre un velador. —Santo Dios, esto no es justo. La sociedad está mal hecha. Se acusa a las mujeres, cuando los hombres son quienes exigen las cosas… Mira, y ahora puedo decírtelo: cuando estaba con ellos, ¿comprendes? no me hacían gracia, ni placer me daban. Eso me fastidiaba, palabra de honor… Entonces, yo pregunto si tengo algo que ver con todo eso. Y me han aplastado. Sin ellos, querido, sin lo que ellos han hecho de mí, estaría en un convento rezando a Dios, porque siempre he sido religiosa… ¡Y basta! Después de todo, si han dejado su dinero y su piel, es culpa suya. Yo no tengo nada que ver.

Aquí vemos la dualidad de Nana, a lo mejor ella quería otra vida, pero ya cuando se empieza en este mundo es difícil salir, se entra en una caída en picada donde luchar contra la inercia se vuelve demasiado difícil.

No obstante, en su lujo y en medio de aquella corte, Nana se aburría soberanamente. Tenía hombres para todos los minutos de la noche, y dinero hasta en los cajones de su tocador, entre los peines y los cepillos, pero esto no la contentaba, y sentía como un vacío en algún sitio, un agujero que la hacía bostezar. Su vida se arrastraba desocupada, volviendo siempre a las mismas horas monótonas.

Algo muy curioso de ver es que también Zola refleja el machismo en Fontan, un actor que mantuvo con Nana una relación extramatrimonial. Al principio era muy prometedor, Nana vio en él algo diferente a los demás, sentía que él la miraba, no la idealizaba como el resto, no le ofrecía riquezas ni palacios, con él no había villas y castillas. Todo empezó muy apasionado, ella incluso abandona su vida lujosa por él, tratando de vivir modestamente. Sin embargo, Fontan resulta ser autoritario, cruel y abusivo. La maltrata física y psicológicamente y así ella lo ama… A la siguiente puesta de sol, él le pide perdón, promete cuidarla, amarla y no volver a maltratarla, pero en cuanto tiene la oportunidad despacha su rabia de hombre infeliz contra ella y el ciclo se repite. Ya nana no se atrevía a hablarle alto, a quejarse, a levantar la voz en contra de este abuso, solo amaba, lloraba y era fiel a él en su prostitución. 

En estas escenas se muestra una magnifica paradoja, pues al hombre que la maltrata ella ama, ante quien la golpea, ella se somete, y cae en lo más bajo por ese amor tóxico. Pero veremos en capítulos siguientes, y aún en anteriores, como ella se hace indiferente ante la promesa de amor de los demás. 

También pudo haber sentido que con Fontan podía empezar de cero, abandonar el mundo corrupto y decadente que ella misma ayudaba a destruir. Pero eso era solo una ilusión: Fontan la maltrata, la humilla, y termina obligándola a caer aún más bajo.

—Es muy gracioso. Los hombres ricos se imaginan que lo pueden tener todo con su dinero… ¿Y si yo no quiero? Me importan un bledo tus regalos. Me darías París, y seguiría diciendo no, siempre no… Ya ves que esto no es muy limpio. Pues lo encontraría muy agradable si me hiciese feliz vivir aquí contigo, pero reventaría en tus palacios si mi corazón te repeliese… ¡Ah, el dinero! Pobre perrito mío; lo tengo en cualquier sitio. Mira tú, le pego patadas al dinero, lo escupo. Y ponía cara de asco. Luego, volviendo al sentimiento, añadió en un tono melancólico: —Sé de algo que vale más que el dinero… ¡Ah, si me diesen lo que yo deseo… Él levantó lentamente la cabeza y en sus ojos brilló un pequeño rayo de esperanza. —Pero no puedes dármelo —repuso ella—. Eso no depende de ti, y por eso te hablo de ello… En fin, hablemos… Desearía tener el papel de mujer honrada en su obra.

En la escena anterior, Nana declara que quiere el papel de mujer honrada, me parece interesante esta declaración y supongo que Zola a lo mejor quería hacernos ver que muy en el fondo Nana no quería esta vida, así como quiso el papel de la duquesa honrada en su teatro, así ansiaba serlo en la realidad.

Muchas veces juzgamos a las personas desde afuera pero no nos detenemos a mirar qué llevó a esa persona a hacer cosas tan fatales para la cual se ha merecido nuestro desmérito. Nana la prostituta también era humana y esa es una verdad innegable. Aunque el mundo que la rodea la reduce a un objeto de placer, a un símbolo de decadencia y lujuria, Zola la presenta con emociones, contradicciones, heridas, miedos y una historia detrás. No es solo un cuerpo; es una mujer con hambre de amor, con frustraciones, con deseos de ser algo más que lo que el mundo ha hecho de ella.

Zola, desde su enfoque naturalista, muestra cómo la herencia biológica, la sociedad, el ambiente y la miseria moldean a las personas, sin eximirlas de responsabilidad, pero tampoco sin condenarlas desde el prejuicio. Al final muere como todos los demás; dejando atrás lujos, riquezas y pertenencias ¿De qué valen los rencores o los renombres, si hay final todos vamos a morir? ¿No sería mejor dejar ahora nuestras diferencias y concentrarnos en lo que de verdad importa, en los valores y en los que nos compete mientras dure la vida?

_________________________________________

La autora del artículo es estudiante de la Licenciatura en Lengua y Literatura en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.

Total Views: 18

Post Comment