La nueva generación de la imaginación: ciencia ficción, fantasía y terror en la literatura dominicana
Durante décadas, la literatura dominicana ha estado marcada por una narrativa tradicional centrada en temas como el trujillismo, la ruralidad, las costumbres y la crítica social más inmediata. Y aunque estas temáticas son parte esencial de nuestra historia y nuestra identidad, también es urgente abrir espacio a otras formas de contar, imaginar y construir mundos.
En ese sentido, géneros como la ciencia ficción, la fantasía y el terror han sido relegados por mucho tiempo a un segundo plano, considerados como menores o incluso irrelevantes dentro del canon literario nacional. Pero esa percepción empieza, por fin, a resquebrajarse gracias a una nueva generación de escritores y escritoras que ha decidido apostar por estos territorios narrativos con talento, valentía y visión de futuro.
Ahí está el caso del joven narrador Jonás Sánchez, cuya novela La Estirpe del polvo marcó un hito al ganar el Premio Joven de Novela de la Feria del Libro en su edición 2020-2021. Es, hasta el momento, la única novela de ciencia ficción que ha recibido un premio nacional en ese subgénero, lo que habla tanto de su mérito como de la necesidad urgente de abrir más espacios de visibilidad para propuestas similares.

También es importante recordar Anti Huaman o Eva Again, de Efraím Castillo—ahora Premio Nacional de Literatura 2025—como obra pionera. La suya fue la primera obra de ciencia ficción publicada en República Dominicana en el siglo pasado. Un gesto solitario en su momento, pero precursor de lo que vendría.
Sin embargo, lo más revolucionario no es la aparición de un premio o la publicación de una obra aislada. Lo verdaderamente transformador es la oleada de jóvenes autores que, de manera constante y original, están explorando estos géneros con rigor narrativo y vocación literaria.
Entre ellos se destacan nombres como:
•Odilius Vlak, con Viajes al centro de los mitos.
•Isis Aquino, con Relatos de la Tierra y sus colonias.
•Jonás Sánchez, ya mencionado al inicio de este artículo, publicó otra obra de ciencia ficción titulada Necropolitanos.
•Rodolfo Báez, con Cuando mueran los hombres.
•Airiel Vargas, con su saga Crónicas de Nebadon.
•Ryan Santos, cuyos cuentos han sido premiados en el extranjero y forman parte de antologías nacionales e internacionales.
•Joan Arias, con una producción constante en redes sociales, cultivando una comunidad de lectores interesados en lo fantástico y lo inquietante.

Y muchos más que trabajan, escriben, publican y sueñan desde el margen, desde la pasión, desde el deseo de imaginar lo que aún no ha sido dicho.
Pese a todo esto, la crítica literaria tradicional del país sigue con la mirada fija en el pasado, aferrada a los temas "serios", como si imaginar futuros posibles, estremecer con el terror, invocar criaturas ancestrales o narrar distopías no fuera también una forma legítima y profunda de explorar la condición humana.
En otros países, estos géneros son valorados, estudiados y premiados. Aquí, todavía se los mira con condescendencia. Es hora de cambiar eso. Es hora de que las instituciones culturales, los jurados de premios literarios, las editoriales y los programas educativos reconozcan que la literatura especulativa no es solo entretenimiento: es también una herramienta poderosa para cuestionar la realidad, anticipar crisis, imaginar alternativas y, sobre todo, comprender este presente desde otros ángulos.
Sí, reconozco que algunos de nuestros escritores mayores han incursionado ocasionalmente en la ciencia ficción, la fantasía o el terror. Pero no han centrado su obra en estos géneros, ni han impulsado un movimiento que los posicione como parte integral de la narrativa nacional. Esa tarea—valiente y desafiante—ha recaído en hombros jóvenes. Jóvenes que escriben, publican, comparten, crean comunidad desde plataformas digitales, revistas independientes, editoriales emergentes y redes sociales.A ellos y ellas debemos prestar atención.Porque están renovando la narrativa dominicana desde la imaginación, el riesgo y la osadía.Porque están contando historias que merecen ser leídas, escuchadas, premiadas y celebradas.Porque también desde el asombro, el miedo y la utopía se construye literatura.
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