Una arista de la vulnerabilidad educativa
Con frecuencia escuchamos la afirmación de que los alumnos llegan a la universidad con "pésima memoria y una falta de base conceptual que les impide aprender". Tal preocupación es común en el terreno educativo y ha sido descrita por expertos como muy grave situación, y un impedimento para el logro de los objetivos y las competencias en la enseñanza superior.
Esta problemática es multifacética y tiene implicaciones importantes en el rendimiento académico de los estudiantes. La vulnerabilidad educativa puede definirse como el conjunto de condiciones (materiales y simbólicas, de orden objetivo y subjetivo) que debilitan el vínculo de escolarización de un alumno.
Observada a través de diversas lecturas, análisis y estudios de casos, la vulnerabilidad no responde a una causalidad directa sino a una relación más compleja que podría manifestarse como una correspondencia estadística o a través del estudio cualitativo analizando casos de entidades educativas concretas. Por lo tanto, estamos hablando deun aspecto que no limita la problemática a un ámbito socioeconómica, ni la confiere a las situaciones individuales del educando.
En su libro Sociología del delito amateur, Gabriel Kessler emplea la noción de “escolaridad de baja intensidad” para referirse a la situación de jóvenes escolarizados que desarrollan una débil relación con la práctica escolar. “Están en la escuela sin estar”. Su desprendimiento de la institución puede ser complicado o manifestarse con mucha pasividad en el centro escolar. Dicha situación se puede verificar en el caso de jóvenes en conflicto con la ley, así como en múltiples situaciones y en niveles diversos
del medio educativo. Se puede afirmar entonces, que la presencia y la permanencia en la instancia escolar no son garantías de que se dé una ligadura de escolarización.
La escolaridad de baja intensidad no puede referirse solo a las dimensiones propias del estudiante, sino que es necesario someter a análisis y crítica la condición escolar. Es decir, no se trata esencialmente de un problema individual, llevado por el sujeto que va a la escuela en un momento de su vida (problemas de aprendizaje, condiciones socioeconómicas desfavorables, incluso antecedentes escolares negativos).
En cambio, se ve la necesidad de atender las situaciones de escolarización, lo que quiere decir que no existen explicaciones en un solo sentido, y por tanto no se puede atribuir a un factor preciso. Sin duda, es un complejo conjunto de prácticas, propias de un contexto escolar específico, que van debilitando el vínculo que los alumnos establecen con la escuela.
Por tanto, se ha evidenciado que comprender y atender situaciones de vulnerabilidad educativa involucra un trabajo de reflexión que permita pensar asuntos de la cultura escolar de cada uno de los niveles y singularidades.
Los indicadores que comprueban dificultades en las trayectorias escolares y las formas en que se abordan, tienen una relación íntima con la cultura interna de las escuelas y con aquellas prácticas sociales de la dinámica y su organización y su dinámica.
Hay que observar, que si bien existen situaciones complejas que abarcan ingredientes individuales, familiares y sociales, también existen factores propiamente político-pedagógicos que pueden ser condicionantes y definitorios de las travesías de escolarización de los niños, niñas y jóvenes. Se puede empezar por estudiar los indicadores de estadística educativa como evidencia, lo que tiene una dimensión propiamente escolar y es sostenida por un conjunto de prácticas específicamente institucionales.
Es necesario considerar, al momento de definir políticas de inclusión educativa, estas consideraciones, con particular atención a lo que sucede en las escuelas.
La autora es docente de la UASD



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