Juana Ortiz: La historia que enseña que rendirse no es opción y que los límites están hechos para superarse.

Juana Ortiz: La historia que enseña que rendirse no es opción y que los límites están hechos para superarse.

Por: Karolina Martinez.-

Juana Ortiz no necesita presentación cuando su historia habla por ella, nació en Baní, República Dominicana, con parálisis cerebral, una condición que para muchos pudo haber significado limitaciones, pero para ella fue el comienzo de una lucha de vida que la llevaría a escribir, literalmente, su propio destino.

Juana se define como una mujer luchadora, con deseos constantes de superarse, una persona que no se detiene ante los retos, sino que los enfrenta con coraje, fe y determinación. “Los retos me han enseñado a no rendirme, son los que me han convertido en la mujer que soy hoy”, expresa con una mirada que guarda historias profundas y lecciones infinitas.

Su vida dió un giro radical en 1988, cuando emigró a Nueva Jersey con apenas 15 años, asistió a una escuela del estado, no sabía inglés, pero eso no fue obstáculo para soñar, con esfuerzo y voluntad comenzó a dar los primeros pasos en el sistema educativo estadounidense.

Su lucha no fue solo académica, sino también personal: aprender un nuevo idioma, adaptarse a una nueva cultura, enfrentarse a una sociedad que muchas veces no está preparada para ver más allá de una condición física, pero Juana sabía que su vida tenía un propósito mayor y es que a pesar de las dificultades, llegó a graduarse de la escuela secundaria e incluso se inscribió en un colegio comunitario.

Sin embargo, la travesía no fue fácil y en un momento decidió abandonar sus estudios, pero en su interior, algo más fuerte que el miedo le recordaba que no todo estaba perdido, aún con expectativas bajas continuo, lo hizo como un acto de valentía personal. “Quería desafiarme una vez más”, cuenta. Y ese reto la llevó mucho más lejos de lo que imaginaba.

Un profesor del colegio comunitario vio en ella un potencial brillante y se convirtió en su mentor, fue él quien la animó a seguir, a escribir mejor, a quedarse en la universidad, a no rendirse, gracias a ese acompañamiento, y sobre todo a su esfuerzo incansable, Juana logró obtener un asociado en artes liberales, pero no se detuvo ahí, años más tarde, ingresó a la universidad y obtuvo una licenciatura en periodismo impreso, además de una especialización en escritura creativa.

Toda esa experiencia, todas esas batallas y triunfos, se transformaron en palabras y acciones. En el año 2020, Juana publicó su autobiografía titulada “Lo hice”, un libro que no solo narra su vida como inmigrante y mujer con parálisis cerebral, sino que también refleja la fortaleza de una mujer que nunca permitió que las circunstancias la definieran. “Este libro representa mi alma, es la prueba de que sí se puede”, afirma. Más allá de ser una obra escrita en dos idiomas, lo que representa para Juana es un testimonio viviente de que no hay límites cuando el deseo de crecer es más fuerte que el miedo.

A lo largo de su vida, ha enfrentado momentos muy duros, especialmente por los prejuicios que existen hacia las personas con condiciones especiales, sin embargo, en medio del dolor, Juana encontró consuelo en su fe en Dios, en el amor de su familia especialmente el de su madre, y en el apoyo de personas maravillosas que Dios ha puesto en su camino, esas personas fueron pilares fundamentales para sostenerla cuando más lo necesitaba.

Hoy, su meta sigue siendo la misma: seguir creciendo personal y profesionalmente, no se detiene, no quiere hacerlo, sigue escribiendo, sigue soñando, para ella, el legado no se mide en premios o reconocimientos, sino en el recuerdo que deja en quienes la conocen. “Quiero que me recuerden como una persona luchadora y optimista”, dice con humildad, pero con la fuerza de quien ha vivido lo que predica.

A quienes luchan por alcanzar sus metas o atraviesan momentos difíciles, Juana les ofrece un consejo sincero y profundo: “Que no se den por vencido, que sigan luchando, porque los retos no nos destruyen, nos forman, nos hacen más fuertes, nos ayudan a crecer y a entender quiénes somos realmente.”

Publicar un libro en dos idiomas para Juana no fue simplemente un logro académico o profesional, fue una declaración al mundo: que sí se puede, que los límites están en la mente y que con fe, esfuerzo y amor propio se pueden romper barreras invisibles y visibles. “Nada es imposible en la vida, porque querer es poder, esa siempre ha sido la filosofía en mi familia”, concluye con una sonrisa que, aunque serena, es un canto a la victoria.

Ortiz escribió una historia que inspira, que enseña, que despierta, su mensaje y su vida son un faro para quienes creen que no pueden más, ella es la prueba viva de que los imposibles no existen cuando hay un corazón dispuesto a conquistar lo inalcanzable.

«Lo hice» es la confirmación de que ningún sueño es demasiado grande, ni ningún obstáculo demasiado fuerte para quien decide intentarlo, más bien es la victoria de la perseverancia sobre el miedo y la certeza de que, mientras haya un corazón decidido, rendirse jamás será una opción.

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